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Jaguar Land Rover (JLR) ha confirmado oficialmente que el ciberataque sufrido en agosto no solo detuvo su producción durante más de un mes, sino que también comprometió datos personales de empleados actuales, antiguos y contratistas. La confirmación llega meses después del incidente y da la razón a una preocupación que ya señalamos en nuestra entrada de septiembre sobre el caso: cuando un ataque paraliza operaciones críticas, rara vez el daño se queda solo en lo operativo.
Jaguar Land Rover paraliza produccion y ventas mundiales tras un ciberataque masivo
Según ha comunicado la propia compañía, la investigación forense en curso ha revelado que los atacantes accedieron a información relacionada con la gestión laboral. En concreto, datos utilizados para:
Jaguar Land Rover ha asegurado que no hay evidencias de uso fraudulento de la información, pero ha advertido a su personal de posibles campañas de phishing que intenten explotar los datos robados. Como medida preventiva, la empresa ha habilitado una línea de ayuda y servicios de monitorización de identidad y crédito.
El ciberataque no solo afectó a JLR. El parón productivo generó un efecto dominó en toda su cadena de suministro, poniendo en riesgo a miles de empleos y a más de 5.000 organizaciones vinculadas directa o indirectamente al fabricante.
Las cifras hablan por sí solas:
Un alto cargo político llegó a describir el incidente como “una onda expansiva cibernética atravesando el corazón industrial del país”.
En septiembre, cuando analizamos este caso, ya advertíamos que los grandes ciberataques industriales rara vez se limitan a sistemas o fábricas. Tarde o temprano, los datos personales, la reputación y la confianza de empleados y socios también entran en juego.
Este episodio vuelve a dejar una lección clara: No importa cuánto invierta una empresa en producción o logística si su ecosistema digital —incluidos proveedores, sistemas de RRHH y datos sensibles— no está protegido al mismo nivel.
La ciberseguridad industrial ya no es solo una cuestión técnica. Es un problema económico, reputacional y social.
Los ataques como el de Jaguar Land Rover demuestran que una brecha puede escalar rápidamente desde un sistema interno hasta afectar a empleados, proveedores y economías enteras.
En Apolo Cybersecurity ayudamos a las organizaciones a anticiparse a este tipo de escenarios: analizamos riesgos en infraestructuras y cadenas de suministro, evaluamos la exposición de datos sensibles y acompañamos a las empresas en la creación de estrategias de ciberresiliencia reales, no solo reactivas.
