El ciberataque que paralizó Jaguar Land Rover (JLR) desde finales de agosto ha seguido generando titulares, revelando el devastador impacto económico y de negocio en el gigante automovilístico y su extensa cadena de suministro. Las nuevas estimaciones de organismos independientes y agencias económicas sitúan las pérdidas directas y colaterales en cifras históricas para Reino Unido.

Los números del ciberataque: pérdidas récord

El hackeo orquestado por el grupo Scattered Lapsus$ Hunters provocó la paralización de todas las plantas globales de JLR durante más de cinco semanas, afectando a más de 5.000 empresas vinculadas, proveedores y contratistas. Según el Centro de Monitoreo de Seguridad Cibernética y analistas internacionales, el impacto financiero supera los 1.900 millones de libras (unos 2.550 millones de dólares), siendo considerado el incidente más costoso en la historia de la ciberseguridad británica.​

El bloqueo de producción de aproximadamente 1.000 vehículos diarios impactó los ingresos y la rentabilidad de JLR, con hasta 83 millones de euros en ingresos perdidos diariamente y proveedores que han tenido que suspender más de 6.000 empleos. El gobierno británico ha intervenido con una garantía de préstamo de 1.500 millones de libras para mitigar la crisis y proteger el sector industrial.

Implicaciones operativas y en la cadena de suministro

Además del coste directo, la interrupción ha afectado el stock, la logística y la confianza de clientes, llegando incluso a rumores —desmentidos por JLR— sobre la pérdida de rastreo de miles de vehículos en tránsito. La recuperación completa de la fabricación se prevé para enero de 2026, pero el daño a la red de proveedores, concesionarios y mercados internacionales perdurará a medio plazo.

Filtración de datos y amenazas secundarias

Las investigaciones han confirmado el acceso a unos 350 GB de datos sensibles, incluyendo registros de desarrollo, código fuente, e información de empleados y vehículos. Continúan las informaciones sobre negociaciones de rescate, filtraciones y aumento del riesgo reputacional, lo que pone en alerta tanto clientes como autoridades sobre la seguridad de la industria automovilística europea y británica.

Claves del ataque y lecciones aprendidas

El ataque se originó aprovechando vulnerabilidades en software de terceros (SAP Netweaver) y mediante ingeniería social dirigida a empleados. La necesidad de fortalecer la ciberresiliencia de las cadenas de suministro, mejorar los controles sobre sistemas críticos y formar a todo el ecosistema industrial son lecciones clave tras este incidente.

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