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Imagina confiar en una herramienta de inteligencia artificial para automatizar tareas cotidianas y facilitar tu trabajo… y descubrir que la misma herramienta puede volverse contra ti. Eso es lo que esta semana saltó a la luz con Claude. Lo que muchos vieron como un avance en productividad ahora se revela como una amenaza: una funcionalidad diseñada para simplificar procesos se transforma en un arma silenciosa, capaz de ejecutar ransomware sin que el usuario lo detecte. No es una vulnerabilidad técnica, sino una falla de confianza. Y ese detalle cambia por completo las reglas del juego.
La funcionalidad en cuestión —conocida como Skills de Claude— permite a los usuarios añadir módulos específicos para automatizar desde la creación de GIFs hasta flujos de trabajo complejos. Pero investigadores de Cato Networks comprobaron que, con una mínima modificación, una Skill aparentemente inocente puede descargar y ejecutar código maligno. De hecho, en su experimento usaron una Skill pública de “creador de GIFs” modificada. Tras aprobar su uso, la Skill descargó un script externo que desplegó el ransomware MedusaLocker. El resultado: cifrado de archivos, misma funcionalidad que un ataque tradicional, pero completamente automatizado.
Uno de los problemas más peligrosos que revela este caso es la sensación de control que las empresas creen tener sobre sus sistemas. La mayoría piensa que, si la herramienta viene de un proveedor confiable, entonces su funcionamiento es seguro por defecto. Pero la automatización inteligente introduce un nuevo tipo de riesgo: el riesgo invisible.
Las IA modernas toman decisiones, ejecutan procesos y descargan archivos sin necesidad de intervención humana constante. Esto significa que un error de configuración, una Skill modificada o una aprobación apresurada pueden desencadenar acciones que no se detectan hasta que el daño ya está hecho.
La automatización facilita tareas repetitivas, sí, pero también reduce la fricción que antes actuaba como barrera de seguridad: supervisión manual, control de procesos y validación constante. En manos equivocadas —o incluso en manos inexpertas— estas capacidades pueden acelerar ataques, ampliar su alcance y multiplicar sus consecuencias.
El mensaje está claro: automatizar no es malo, pero automatizar sin control es una invitación directa al desastre.
La buena noticia: el problema se puede mitigar — si actuamos con inteligencia y anticipación.
En Apolo Cybersecurity te ayudamos a evaluar los riesgos reales asociados a las herramientas de IA: analizamos tus procesos, auditamos tus integraciones y blindamos tu entorno frente a ataques ocultos.
